Perdón

Te prometo que voy a dejar de correr si tú te atreves a gritar mi nombre.
Te prometo que voy a estar ahí cuando lo grites. Agotada. Sin aliento.
Pero ahí.
Tal vez no pueda hablar, pero no es necesario. Tú sabes lo que yo te quiero decir. Y lo que no.
Que no soy como las demás, yo no te miento y aun cuando lo hago tú siempre te das cuenta.
Pero callas.
No calles.
Habla.
Dime algo.
Necesito escucharlo, porque si no me lo dices, capaz y no me lo creo.
Y sigo corriendo.
Y entre tanto correr se me olvida que el tiempo pasa y tú te vas junto a él.
Y no quiero que te vayas.
Habla,
Porque si sigo corriendo, tal vez, cuando quieras hablar ya esté muy lejos.
Y no te escuche.
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Escucho tu voz a lo lejos, pero no estoy segura de que seas tú.
Tal vez es el viento jugándome una broma pesada.
Mejor no me paro, no vale la pena.

“¿y porque soy yo quien te tiene que perseguir siempre?”
“porque sabes que aunque quiera, yo no puedo hacerlo.”
“Ya estoy cansado”
“yo también”

Perdón.