Friday, November 19, 2010

"y me envenenan los besos que voy dando"


"Se deja de querer…
y no se sabe por qué se deja de querer;
es como abrir la mano y encontrarla vacía
y no saber de pronto qué cosa se nos fue’"- JAB

     Y es que llegas a un punto donde conoces todos los bares, todas las esquinas, todos los tragos y todas las calles sin salidas donde te has estacionado a perder unas cuantas palabras. Y eso está bien, pero después de un tiempo llega aburrir ¿sabes?. Las mismas caras, la misma gente, los mismos carros, la misma boca, los mismos labios, el mismo beso… una y otra vez. Fue por eso que tuve que alejarme, y mantener mi distancia y a partir de ahí, mirar hacia afuera, solo para darme cuenta de que la única manera de arreglar las cosas era dando media vuelta y comenzar a andar, sin mirar atrás, pero esta vez cargando sobre mis hombros unos cuantos arrepentimientos de mas, causados por unos besos de menos. No me preguntes porque lo hice, hasta el sol de hoy, todavía no lo sé. Simplemente se, que un día me desperté con la necesidad de comenzar andar y sabia que en esta media isla no lo iba poder hacer, que iba a necesitar un camino mas largo para poder olvidarme de todo lo que había pasado, porque en el mismo momento en que comenzará andar, en cada esquina, en cada semáforo, en cada restaurante y sobre todo cada vez que pasara por esa calle tan tuya y tan mía, iba a ver tu cara y sabia que cuando eso pasara iba a querer mirar hacia atrás y recordarte. Pensar en esos recuerdos que caen como el tequila, de un golpe, y siempre dejándote ese malestar en el estomago. No es que todos sean malos, para nada… pero tienes que entender no siempre son los malos recuerdos los que duelen, al contrario, aquellas buenas memorias son las causantes principales de esa soledad, ese frio que sofoca, ese mal tan difícil de curar. Y es que tuve muchos buenos recuerdos contigo, y me tomo un tiempo, pero entendí que hay cosas que hay que dejarlas atrás. Dicen que“buenas cosas vienen para aquel que espera” te puedo decir que en mi caso, mientras mas esperaba, mientras más me acomodaba en mi silla, dándole al tiempo lo que más le gusta, a el mismo, mas mala era la jugada que me jugaba la vida, o tu… no hay por qué meter a la vida en esto… como si supiera de lo que estuviéramos hablando. El punto es que tuve que salir de esa media isla, dejando todo atrás, mi carrera, mis amigos, mi familia, y allá muy atrás en el camino… dejándote a ti. Y lo logre, Salí de ahí y cruce océanos y mares y conocí a nuevas personas que me enseñaron nuevas formas de ver la vida. Nuevas culturas, nuevos libros… todo eso para dejarme con un mal sabor en la boca. Sabes, he llegado a pensar que el loco de Sabina tenía algo de razón en eso de los besos, que uno se va envenenando a si mismo, con los besos que va dando. Y me pasó, me fui envenenando con aquellos besos que iba dando y que no eran a ti.

Hasta aquel día.
  
     Te cuento que lo conocí a eso del medio día, tal vez un poco más tarde, en una de esas tardes de lluvia donde lo único que quisieras es haberte quedado en tu cama. Lo conocí en un lugar inesperado, a la hora inesperada, en el momento inesperado. Fue uno de esos instantes en los cuales, miras hacia atrás y dices que si tuvieras la elección o para ese entonces hubieses sabido cómo se desenvolverían las cosas, te hubieses arreglado un poco más, o hubieses dicho unas cuantas palabras de menos, aunque al final el día haya superado tus expectativas. Ese día el metro estaba lleno, lleno de personas que como consecuencia de vivir en una ciudad grande y todavía tener la costumbre de haber crecido en una ciudad pequeña, todavía no llegaba a comprender como no las habías visto antes. Y es que en realidad, en eso consistían todos mis viajes en el metro. ¿Te soy sincera? Esos eran los únicos momentos en los que me permitía recordarte, el viaje era corto relativamente y no podía durar mucho inmersa en nuestros recuerdos pues, podía suceder, como sucedió varias veces, que perdiera la parada y tuviera que esperar a la próxima parada y caminar kilómetros para devolverme, solo para encontrarme con un salón vacio cuando llegara a clases. El punto es que, lo vi por primera vez en el metro, o el me vio a mi según el alardea. Si, alardea, como si yo fuera la gran cosa. Y es que nunca había creído en el amor a primera vista pero me di cuenta esa tarde, que aquello que decía Serrano era cierto, “y es que acaso existen otros?”. Esa tarde no paso nada que no hayas visto en alguna de esas películas de Hollywood, el me miro, yo lo mire y nos miramos. Al salir del metro él se acerco y me pregunto donde vivía y donde estudiaba. Debo decir que rompí con toda expectativa de romance pues le explique que no podía decirle, pues no lo conocía. Y esa ciudad norteña era muy grande y existían muchas personas que, afectadas por el capitalismo y la casi consiguiente falta de oportunidad y de educación, habían recurrido a la violencia como manera de ganarse el pan, y le explique que realmente no sabía si era una de esas personas. Claro, el en ese momento se quedo con la boca abierta, porque qué clase de persona responde de esa manera a una especie de cortejo o intento de… . Pero debo decirte algo, y no es que intento comparar puesto que aquí hacerlo sería injusto, pero no porque no hay comparación, no te preocupes; debo decirte que a diferencia de ti, el busco la forma, la manera y todos los días me esperaba en la puerta del metro, a las 2 de la tarde, siempre ahí, parado con su abrigo azul marino y sus ojos café. Hasta que un día, descubrimos que ambos íbamos a la misma Universidad y que ambos éramos amantes de la lectura. Si, le gusta leer. Te dije que era perfecto… en esas nos fuimos conociendo, y comenzamos a salir, sabes al principio muy casual. y una noche en una de esas salidas casuales, casualmente me beso. No como tenia de costumbre ¿sabes? Sucedió sin esperarlo, saliendo de una de esas tertulias donde se mezclan inolvidablemente el vino y la literatura, de esos eventos que no se ven en esta media isla, por ser una celebradora constante de la ignorancia, de esos eventos que solos se ven en países que disponen de una cultura rica porque entiende que leer es esencial para el desarrollo por más que la televisión quiera desestimarlo. El punto es que me beso. Y fue entonces entre tragos amargos y versos de Neruda, que aquella región norteña me enseño que existen otros callejones oscuros, de esos sin salidas que tanto conoces, donde las personas van a perder las palabras. No es que haya sido la gran cosa, pero por primera vez en mucho tiempo no sentía que me envenenaba, y por primera vez en mucho más tiempo no pensé en ti mientras lo hacía.
                 
                     - Entonces, ¿te beso? ¿Y? ¿Ya te olvidaste de mí?
                Ella lo mira, y sonríe,
               - Tienes que entender que eres como la hierba mala, que las personas como tu nunca mueren.

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